Cuento:
En un rincón de tu casa ha aparecido el circo. Las llamas de las farolas envían señales a las estrellas lejanas. Los órganos lanzan melodías recubiertas de nubes de algodón. Y las gotas de oxígeno bailan de alegría en el aire que respiras…
¡Pasen y vean! Entras y te acomodas en tu balancín y como es costumbre empieza la función:
“El circo… un lugar donde los corazones de los niños pueden caminar seguros, pues la fantasía que emana de la pista está hecha: con los rizos de oro de recién nacidos; con el asombro que traspasa las miradas de los que caminan en sueños y con la brisa del encuentro del amor y el sentido del humor en la tierra de nunca jamás… El circo… un lugar donde los corazones de los niños pueden caminar seguros.
Los payasos te muestran sus vidas disparatadas, donde la razón vive a merced de la voluntad del destino. Caras tristes o felices muestran las llamas de las farolas mientras los payasos y sus mascotas corren sobre la rueda de la vida y en cada accidente siempre hay un espacio para una sonrisa, siempre hay espacio para una lágrima…
Los trapecistas desafían la leyes de la gravedad y el peligro de una caída fatal. Se lanzan a volar sin saber volar y por increíble que parezca, vuelan. La salvación les da la mano entre voltereta y voltereta, en el vacío del riesgo. Ella salta del trapecio y por un momento todas las respiraciones cesan, justo en ese micromomento se puede palpar la eternidad, un momento lleno de vida… y muerte…
Los domadores demuestran su valía conquistando la voluntad de bestias salvajes, capaces de arrebatar vidas en el ciclo de la supervivencia. Los instintos afloran como la serpiente del antiguo jardín del Edén, para dar instrucciones a sus Adanes y Evas… pero los domadores con el látigo de la conciencia imponen el orden y el caos huye de la pista para sentarse al lado de los espectadores, para susurrarles posibles futuros alternativos nada conciliadores y ajenos a la realidad del momento.
El circo… un lugar donde los corazones de los niños pueden caminar seguros, pues la realidad que se representa en la pista está hecha: con la tierra y las rocas de la montaña de la superación; con el agua del sudor de los cuerpos de la creatividad y la ilusión; con las telas más exóticas del lejano continente llamado humildad… El circo… un lugar donde los corazones de los niños pueden caminar seguros.”
Ahora tomate un momento de calma para entrar en tu mundo interno.
Imagina que estás en el backstage con los trapecistas, los domadores y los payasos. ¿A quién miran los trapecistas? ¿Cómo se sienten cuándo lo hacen? pregúntales: ¿Cómo sabes cuando saltas que todo va a salir bien? Anota todo lo que te venga en tu diario de viaje.
¿A quién miran los domadores?¿Cómo se sienten cuando lo hacen? Imagina la escena, añádele los elementos que te vengan, eres la directora tienes via libre. y finalmente pregúntales: ¿Cómo sabes cuando entras en las jaulas que las bestias salvajes van a obedecerte?
¿A quién miran los payasos?¿Cómo se sienten cuando lo hacen? Imagina la escena y escribe todo lo que te venga. Pregúntales: ¿Cómo sabes que el público se va a reir con la actuación?
Yo había estado toda mi vida buscando ese mundo perdido, lo busqué en el alcohol saliendo de fiesta con mis amigos, lo busqué buscando una novia con la que sentirme pleno, lo busqué en el trabajo, en el dinero, en la sociedad…
En realidad fue ese mundo interno, comandado por mi inconsciente-alma, él que invadió una pequeña parcela de quién soy y en la que en ese momento estaba viviendo, mi mundo exterior. El ejército de la ansiedad me tomó prisionero y me llevaron a rastras de nuevo hacia ese mundo interno…
Allí encontré monstruos, objetos mágicos de inmenso poder, y resquicios de mi ser olvidados durante esa época mágica vivida en la infancia… Y entonces descubrí, que en ese mundo perdido estaban todas las respuestas sobre quién soy. Necesitaría el poder de la magia, para recuperar mi esencia aplastada bajo el peso de las creencias escritas en mi interior, por el puño de los demás.
He diseñado el curso: Descubriendo tu mundo interno, en el que te acompañaré a este mundo perdido y te enseñaré a usar tu magia, para reescribir el guión de tu vida y así consigas sentirte a gusto cuando escuches esa voz que te dice:
«Eres quién eres ahora mismo»
Dedicado a Jordi ese pequeño niño con gafas, que me mostró la magia de los niños de nuevo…