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LA ALDEA DE LOS MALDITOS
Este artículo trata sobre el Perdón desde la perspectiva de nuestro mundo interno. Lo que aquí expondré es solo una sugerencia de lo que podría ser; lo que aquí susurraré es un rumor de lo que una vez pudo pasar en un lugar muy lejano, en un rincón de nuestro mundo interno. Y aunque no sé con certeza si es verdad, quizás consideres la posibilidad de que algo pueda ser cierto.
Cuenta la leyenda escrita en una roca antigua, que en lo más profundo del reino interno hay dos aldeas colindantes separadas por un muro de piedra.
En ellas habitan todas las personas con las que a lo largo de nuestra vida nos hemos encontrado. Ya sea porque estudiamos juntos; porque fuimos amantes; porque somos o fuimos familiares; porque fuimos o somos amigos; porque nos cruzamos en la calle y nuestras miradas se encontraron; porque compartimos un asiento en un avión; porque la vimos en televisión; porque la escuchamos por la radio; porque leímos un libro suyo; porque vivimos en el mismo lugar…
Todas ellas viven en esas dos aldeas:
Una de las aldeas, alberga a todas las personas que ensalzamos; a todas las personas con las que nos gustaría compartir nuestro tiempo; personas que amamos.
La otra aldea viven todas las personas que tienen deudas pendientes con nosotros; personas que nos han herido; personas que no son de confianza; personas horrendas con malas intenciones; personas que nos odian; personas que odiamos; personas con las que no deseamos compartir ni una pizca de nuestro tiempo; personas que amamos.
Todos los seres de estas dos aldeas carecen de libre albedrío, son trocitos pequeños del alma tomados por nosotros y aunque poseen alma nos hemos encargado de aplastarla bajo el peso de nuestras expectativas y juicios. Tal como lo vivimos es, nos decimos.
Entonces nuestros héroes serán capaces de proezas que rozan la perfección y cuando la realidad nos abra los ojos, entonces se convertirán en los villanos de la otra aldea, que nos engañaron y contradicieron las órdenes de ser perfectos, en nuestro mundo perfecto.
Si yo considero que mi padre es injusto, vivirá en el pueblo de los malditos y no podrá hacer otra cosa que ser injusto. Es más, cualquier persona que me lo recuerde, aunque sea a un nivel inconsciente, vivirá en su casa y será igual de injusto que él.
Cuando me encuentre con mi padre, él que tiene libre albedrío, me costará ver más allá del padre que vive en la aldea de los malditos. Y cuánto más injusto crea que es, más actuaré para que se cumplan mis expectativas e intentaré provocarle para que sea injusto, esas son mis órdenes de como debe ser mi padre. Tal como lo vivimos es, nos decimos.
Cada noche visito esas dos aldeas: me paseo por los jardines florales de la aldea de los benditos y ensucio mis zapatos de juez por el barro del pueblo de los malditos. Compruebo que todos y cada uno de ellos siguen en sus hogares, cumpliendo mis órdenes. Porque para ellos soy rey, soy su amo. Yo secuestré un trocito de su alma y la enterré bajo mis leyes, para que vivieran en mi mundo perfecto dónde mi voluntad es ley.
Así que si alguna vez me encuentro contigo y has tenido suerte de no recordarme a mi padre o a alguien que viva en mi pueblo de los malditos. Tendré tiempo de conocerte hasta que descubra algo que diga: ¡Ajá! Me gustas o me disgustas y ya te podré meter en una de mis aldeas. Y ya no tendré que mirar más allá de lo que ya sé. Y todas las personas que conozca más adelante, que me recuerden a ti, vivirán contigo en el mismo hogar demostrándome que yo llevaba la razón. Y así mi mundo seguirá siendo perfecto. Tal como lo vivimos es, nos decimos.
Dime, ¿estás conmigo ante estas dos aldeas? ¿Puedes verlas? ¿Puedes sentirlas en ti? ¿Sientes como trabajan cada una de esas almas perdidas para cumplir con lo que les decimos?
No ¿verdad? ¿cómo puede ser eso verdad? Yo no juzgo a las personas, me gusta aceptarlas tal como son y para nada las mortifico. Yo soy de los que dicen vive y deja vivir. Es normal que hayan personas que me disgusten, a esas que Dios las bendiga pero lejos de mí. Y al resto las amo o me dan lo mismo porque no acaban de decirme nada.
Bueno… y luego están las que me han jodido de verdad alguna vez… Cuando pienso en ellas, me sigue doliendo. Estas sí que las veo en esa aldea de malditos, y ahora que lo imagino creo que hay más gente viviendo con ellas. Uf ahí están mis padres y más de la mitad de mi familia. ¡Houston tenemos problemas! Tal como lo vivimos es, nos decimos.
Ahora caes en la cuenta, verdad. ¿Y a mí me están haciendo lo mismo otros? ¡Of course! Aquí no se salva ni Jesús. Y en ti proyectaran las etiquetas de sus padres o de vete a saber de quién y vivirás en una aldea compartiendo hogar con otros, incapaz de decidir por ti mismo/a otra cosa que no sea la voluntad de su majestad.
¿No os ha pasado nunca que os habéis encontrado con alguien y de repente habéis actuado de una
manera que no os es propia? ¿Cómo si alguien distinto a vosotros hubiera tomado el mando por unos segundos?
Quizás si dejo de pedir el rescate de llevar la razón y considero por un momento que no soy capaz de asimilar en conjunto a ninguna persona en su totalidad.
Quizás si solo me centro en como me siento cuando estoy con esa persona y actúo en consecuencia dejando a un lado lo que es y tomando solo lo que yo soy.
Entonces podré ir a esas dos aldeas y gritar feliz ¡Lárguense penitentes! ¡Lárguense titanes de la perfección! Regresen a sus mundos y dejen solo la paz.
¿Sabéis quiénes son los dos últimos que quedan en las dos aldeas y qué no se quieren ir?
En mis dos aldeas los que salieron eran dos partes de mi mismo, uno es lo que más admiro y el otro lo que más me disgusta de mí. Se ve que así empezó todo y con los años la lié cada vez más…
Quizás todo esto no sea verdad, ¿no crees? Dos aldeas con un montón de almas secuestradas por mi para actuar según el papel que yo elija en el teatro del mundo interno… Vaya tontería…
Tal como lo vivimos es, nos decimos.
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